Durante la última semana me he encontrado viajando por diferentes países y ciudades. Conociendo distintas formas de relacionarse, expresiones locales y comidas diferentes.
Cada vez que me encuentro con alguien, durante este viaje, me he dispuesto a ser curioso y conocer a la persona, su realidad, su forma de hacer y ser, con el único objetivo de saber cómo conectar con esa persona y de qué manera podría yo contribuirle con un grano de arena, desde una conversación amena, hasta quizás algo más concreto con sus planes diversos.
De esa manera, me he dado cuenta de que cuando nos disponemos a descubrir a la otra persona, la mayoría de las veces (casi todas) las personas están dispuestas y con ganas de abrirse y mostrarnos «sus cartas», solo necesita sentir que realmente estamos prestando atención porque nos importa de manera sincera.
Esto es justamente lo contrario de las personas que se vinculan con ánimo transaccional, es decir, buscando saber qué haces o qué puedes llegar a hacer, y desde ahí ofrecerte, pedirte o venderte algo que beneficia más a una de las partes que a ambas o, al menos, está más centrado en los intereses de una parte, pero no de todas.
Entonces, mientras estaba en una de las ciudades de mi viaje, mi adaptador universal dejó de funcionar. Un querido amigo del lugar me trajo otro y me quedé pensando: si nos convertimos en adaptadores universales de personas y relaciones ¿qué podría pasar?
Fue así como conocí a Marco, un guardia de seguridad del centro de convenciones en que me encontraba participando con HPI y Redarkia. Un hombre de 54 años, con quién reímos, hicimos bromas y «jugamos» durante la jornada, cada vez que nos encontramos o que nos buscamos para decirnos algo.
También tuve la fortuna de conocer a Michelle, una mujer apasionada con la misión de enseñarle matemáticas a los niños y niñas del mundo, o a Claudio, quien debe ejercitarse todos los días por problemas en sus rodillas y quien abundaba en buenas anécdotas viajando por el mundo. Carmen, por su parte, compartía el entusiasmo y el destello de aquello que se vive por primera vez, al conocer nuevos lugares y posibilidades para su negocio, en un país que jamás había visitado antes, o Matías, un profesor de lenguaje que está estudiando ingeniería comercial y fue una de las tres personas que llegaron a una charla que dictaba (sí, solo tres personas, eso que nadie contaría porque sería ser «poco exitoso»).
Podría hablar de varios más, pero creo que la idea ya fue captada.
Si nos disponemos a convertirnos en «adaptadores universales» de personas, entonces nos podremos sorprender de conocer personas, historias que pueden emocionar, inspirar, enseñar y tantas cosas más. Pero para que eso pase tenemos que querer, pensar más allá de lo que quiero lograr, con nuestras usuales metas con visión de túnel, que nos hacen perder la perspectiva en tantas ocasiones y nos lleva a un destino sin darnos cuenta de que el tesoro estaba a nuestro lado.
Mientras escribo eso voy en un tren rumbo a otra ciudad de Europa y una mujer va animadamente conversando en lenguaje de señas, solo unas filas más adelante de mí y un caballero a mi lado va mirando por la ventana, mientras una pareja joven conversa animadamente, mientras comen papas fritas en la fila delante de la mía. Cada una de estas personas puede ayudarnos a «conectar los puntos», como dijo Steve Jobs, y descubrir una perspectiva nueva, abrir una oportunidad insospechada y fuera de nuestros planes.
Sí, sé que nuestros planes son importantes para cada uno de nosotros y que el foco parece ser la forma más efectiva de lograr lo que queremos.
Sin embargo, nuestra meta la hemos fijado con lo que sabemos hasta ahora, si aprendiéramos más, entonces nuestra meta podría verse modificada, calibrada o incluso eliminada al darnos cuenta de que hay algo mucho mejor en otra parte o de otra manera.
Mucho hablamos en estos tiempos de las ideas de ser flexibles y adaptables en un mundo repleto de cambios. Bueno, entonces seamos todo lo flexibles y adaptables que podamos y queramos, para conectar con gente de diferentes edades, roles sociales, orígenes y destinos. Tal vez podamos recargar la vida de muchas personas y también la nuestra, siendo el mejor de los «adaptadores universales».