Estas palabras las quiero dedicar especialmente a los directivos de las instituciones educacionales, porque he conocido a cientos de ustedes en diversos países y veo algo en común. Las ganas de hacer las transformaciones necesarias, pero la urgencia constante del día a día que no permite avanzar ni en tiempo ni en la forma que más les gustaría.
He trabado en y con instituciones de educación superior hace muchos años y, entiendo perfectamente sus ansias de cambiar la educación superior y brindar una experiencia más enriquecedora y relevante para los estudiantes. Sin embargo, también comprendo la sensación de estar ahogados en las urgencias del día a día, lo que nos impide enfocarnos en lo verdaderamente importante. En este artículo, compartiré cinco consejos prácticos que me han ayudado a superar estas urgencias y ayudar a instituciones de educación superior a avanzar hacia sus metas:
Establezcan una visión clara y compartida:
El primer paso para liberarnos de las urgencias cotidianas es contar con una visión clara y compartida de lo que deseamos lograr en nuestra institución de educación superior. Comuniquemos esta visión a todo el personal y trabajemos en equipo para alinear nuestros esfuerzos hacia metas comunes. Sé que no es tan fácil, tanto aclarar nuestra visión como convencer y movilizar al resto, pero también estoy seguro de que se puede y es necesario hacerlo.
Al tener una dirección clara, será más sencillo identificar qué urgencias son realmente prioritarias y cuáles se alejan de nuestra visión, eligiendo mejor nuestras «batallas» y movilizando las energías en las direcciones que hacen real sentido.
Prioricen y deleguen tareas:
A menudo, nos encontramos abrumados por múltiples tareas que requieren nuestra atención inmediata, desde temas logísticos, asuntos con estudiantes, colegas o visitas de personas del ministerio… uff, si no es una cosa es la otra, y todas ellas nos dificultan la gestión de lo que queremos conseguir.
Para superar esta situación, debemos aprender a priorizar y delegar. Identifiquemos las tareas que son esenciales para el avance de nuestros objetivos estratégicos y asignemos responsabilidades a nuestro equipo de confianza.
Delegar no solo alivia nuestra carga de trabajo, sino que también empodera a nuestros colaboradores y les brinda oportunidades para crecer.
Es importante tener presente que delegar no solo es en nuestros equipos, sino también lo podemos hacer en sistemas y tecnologías, para que se encarguen de cosas que se pueden automatizar, no para reemplazar nuestro trabajo, sino para liberarnos las manos para hacer los cambios que requieren de nuestra presencia, creatividad y sello personal.
Establezcan tiempos dedicados a la reflexión estratégica:
La reflexión estratégica es fundamental para enfocarnos en lo importante. Reservemos regularmente un tiempo en nuestra agenda para analizar el panorama general, evaluar nuestro progreso hacia los objetivos y planificar acciones a largo plazo.
Estamos tan encima de los temas que es usual perder la perspectiva. Pareciera ser que siempre debemos tener respuestas y nos damos poco tiempo para hacernos nuevas preguntas, reflexionar y mantener una mirada amplia que nos ayude a movernos mejor en un contexto cambiante.
Durante estos momentos de reflexión, desconectémonos de las urgencias diarias y conectémonos con nuestra visión más amplia. Incluso unos pocos minutos al día pueden marcar la diferencia en nuestra capacidad para dirigir el cambio.
Vuelve a ser quien manda en tu agenda, para liberar y cuidar esos tiempos que te ayudan a mantener la visión donde nunca debe perderse.
Fomenten la cultura del aprendizaje y la innovación:
Para liberarnos de las urgencias cotidianas, debemos fomentar una cultura de aprendizaje y de innovación en nuestras instituciones. Esto parece algo paradójico que, abocándonos al aprendizaje de otras personas, descuidemos el propio crecimiento continuo y la innovación. Sin embargo, esto es normal por la enorme cantidad de responsabilidades y compromisos diarios y la mantención de relaciones en círculos bastante homogéneos.
Animen a todo el personal a buscar constantemente nuevas ideas, experimentar con enfoques pedagógicos innovadores y compartir sus experiencias, a tener miradas nuevas y darles la vuelta a las cosas.
Promovamos espacios de colaboración y aprendizaje mutuo, donde podamos nutrirnos de las habilidades y conocimientos de nuestra comunidad académica. Al fomentar la innovación, podremos abordar los desafíos de manera creativa y transformar la educación superior.
Aprovechen la tecnología como herramienta de cambio:
Finalmente, aprovechemos la tecnología como una poderosa herramienta para impulsar el cambio en la educación superior. Existen numerosas soluciones tecnológicas que pueden automatizar procesos, mejorar la eficiencia y brindar nuevas oportunidades de aprendizaje. Investiguemos y adoptemos aquellas tecnologías que se alineen con nuestra visión y objetivos estratégicos.
La tecnología puede ayudarnos a superar algunas de las urgencias diarias al simplificar tareas administrativas, facilitar la comunicación y colaboración, y ampliar el acceso al conocimiento.
Sin embargo, recordemos que la tecnología por sí sola no es la solución definitiva. La verdadera fuerza del cambio radica en nuestra capacidad como directivos de liderar con pasión, visión y empatía. La tecnología es una herramienta poderosa, pero no puede reemplazar nuestra capacidad de ser agentes de cambio.
En conclusión, sé que a menudo nos sentimos atrapados en las urgencias del día a día en nuestras instituciones de educación superior. Sin embargo, podemos superar este desafío y enfocarnos en lo importante siguiendo estos cinco consejos prácticos: establecer una visión clara y compartida, priorizar y delegar tareas, dedicar tiempo a la reflexión estratégica, fomentar una cultura de aprendizaje e innovación, y aprovechar la tecnología como herramienta de cambio.
Les invito a que seamos el cambio que el mundo necesita en la educación superior. No dejemos que las urgencias cotidianas nos impidan avanzar hacia una educación más transformadora y significativa para nuestros estudiantes (y para nosotros mismos). Soy un convencido que juntos, podemos superar las limitaciones y marcar la diferencia en el futuro de la educación superior.
El cambio comienza en cada uno de nosotros. ¡Seamos los líderes valientes y visionarios que nuestras instituciones necesitan!