Las universidades deben estar preparadas para formar a jóvenes que estén listos para entrar a un mundo laboral cada vez más demandante y cambiante que exige innovación, creatividad y pensamiento crítico. Hay una revolución en la educación superior y un área muy importante que se está examinando también es la de vocación. Durante muchos años no se ha cuestionado a la educación superior. Es importante revisar el proceso, el fin y la vocación.

Lo primero que debe cambiar para una educación moderna es colocar al estudiante como el centro del aprendizaje. Este cambio de enfoque puede hacer una gran diferencia, ya que de esto dependerá la forma en que se diseñe el modelo de aprendizaje. Este nuevo diseño implica pasar de diseñar las actividades de enseñanza a las de aprendizaje.

Para esto, es indispensable que las instituciones de educación superior tengan muy claro el objetivo que deben alcanzar sus estudiantes y cómo lo van a evidenciar y qué recursos y/o materiales serán los necesarios para lograr este objetivo de aprendizaje. De esta manera, se le otorga la prioridad a la secuencia de actividades que debe de seguir el estudiante. Facilitarle nuevas herramientas de medición a los estudiantes para tener los indicadores , para mejorar resultados en la culminación de las carreras.

Las Tecnologías de información  representan una oportunidad y un desafío, ya que significan una tarea para encontrarles un uso que colabore hacia una sociedad más inclusiva que fomente la colaboración, la creatividad y la distribución del conocimiento. La transformación digital no puede ser ajena a las aulas en las universidades. La tecnología debe de ser una herramienta para acercar a los jóvenes al mundo real al que estarán en contacto cuando egresen.

Además, estas herramientas permitirán un mejor monitoreo y medición de los objetivos educativos. Las TIC ofrecen una gran variedad de oportunidades innovadoras para el seguimiento y desempeño de los estudiante, a la vez generar mayor acreditaciones en el sistema educativo.